Fractura Administración-ciudadanía

14.07.2021

Antes de escribir el libro hice un estudio de mercado (vamos, que pregunté a varios grupos de WhatsApp de lo más variopinto, como los padres del fútbol de mi hijo o los amigos del cole de mi infancia) qué era lo que más les molestaba de la Administración Pública. Escucharles fue enriquecedor porque, a veces, los funcionarios olvidamos lo poco que la gente conoce el funcionamiento de todos los circuitos administrativos. Eso se traduce en angustia, desasosiego, frustración y un sinfín de emociones negativas que perjudican seriamente a los ciudadanos. Se puede decir que lo administrativo "apesta". Es así de triste. Este mismo blog adolece de un importante problema: conseguir que llegue a tí. Si no eres funcionario o estás entre mis contactos habituales, que estés leyendo esto es casi milagroso. Porque, de entrada, la temática echa para atrás a los lectores. La gente que se ve obligada a relacionarse con la Administración Pública cierra los ojos, aprieta los dientes y reza para que el trance pase cuanto antes.

Conocer ciertas cosas del sistema que te desgobierna con la ayuda de este blog o con otras herramientas a tu alcance no te va a evitar auxiliarte de un abogado cuando lo necesites, como no evitas ir al médico cuando te hace falta. Pero ¿a que no vas al médico por un arañazo? Claro, porque mides la magnitud del problema y le aplicas la solución correcta. A lo mejor, con agua oxigenada te basta. Pues cada situación de conflicto potencial con la Administración no puede, ni debe, conllevar un estrés emocional para los ciudadanos. Veo a gente cada día con la cara descompuesta cuando tiene que interactuar con la Administración Pública. Eso es, claramente, un fallo del sistema. Lo público no es tu enemigo. Al revés. Lo público te pertenece y está a tu servicio.

Aprender a distinguir herramientas disponibles al alcance de todos es un ejercicio de democracia. Sentirse a salvo es un derecho inherente a la persona.